He estado de visita en Maastricht, coincidió con el Carnaval, grata coincidencia, jamás hubiera imaginado, como toda la familia celebran esta fiesta, una idea preconcebida de su carácter, serio, dominando emociones, en las antípodas de nosotros.

Caserón construida a principios siglo XIX, el pardalot, ofelia aparici

Comparsas de todos los estilos y épocas, se disfrazan todos, dominador común, el «COLOR» color en las vestimentas, bajo el cielo plomizo.

Caserón construida a principios siglo XIX, el pardalot, ofelia aparici

Caserón construida a principios siglo XIX, el pardalot, ofelia aparici

Desfilan por el puente que  cruza el río Mos, puente que conecta la zona nueva con la zona antigua.

Caserón construida a principios siglo XIX, el pardalot, ofelia aparici

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Participan todos, niños, abuelos, papas, hasta los perros. La variedad de disfraces es increíble, algunos con menor fortuna, pero siempre con imaginación.

Caserón construida a principios siglo XIX, el pardalot, ofelia aparici

Carnaval de Maastricht, el pardalot, ofelia aparici

Carnaval de Maastricht, el pardalot, ofelia aparici

Son muy graciosos, encantadores, se nota que viven esta fiesta con ilusión y les encanta participar. Me falta poner el sonido que lo hay, bandas de música, tambores, silbatos. Por la noche, se celebra con chiringuitos por las calles de la zona antigua, música a tope, beben y bailan. Ah¡¡ A las once finito. y por la mañana ni rastro de la juerga. Ole la civilización.

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