He estado de visita en Maastricht, coincidió con el Carnaval, grata coincidencia, jamás hubiera imaginado, como toda la familia celebran esta fiesta, una idea preconcebida de su carácter, serio, dominando emociones, en las antípodas de nosotros.
Comparsas de todos los estilos y épocas, se disfrazan todos, dominador común, el «COLOR» color en las vestimentas, bajo el cielo plomizo.
Desfilan por el puente que cruza el río Mos, puente que conecta la zona nueva con la zona antigua.
Participan todos, niños, abuelos, papas, hasta los perros. La variedad de disfraces es increíble, algunos con menor fortuna, pero siempre con imaginación.
Son muy graciosos, encantadores, se nota que viven esta fiesta con ilusión y les encanta participar. Me falta poner el sonido que lo hay, bandas de música, tambores, silbatos. Por la noche, se celebra con chiringuitos por las calles de la zona antigua, música a tope, beben y bailan. Ah¡¡ A las once finito. y por la mañana ni rastro de la juerga. Ole la civilización.