El tiempo sin prisa, el encanto no lo ha perdido, los nuevos propietarios Sophie y Michel, le han insuflado una nueva juventud a esta casa intemporal y mágica. Todo el encanto del campo se encuentra en este espacio. En la pieza principal, el bar delimita la cocina del comedor, las ventanas han sido cambiadas por estas de pequeños cuarterones que dejan pasar perfectamente la luz y no han perdido el espíritu campestre.
Objetos campestres, recuperados de diferentes zonas de la región, sencillos y llenos de encanto, los muros de piedra recuperada se han pintado en blanco, dan luminosidad al espacio.
Uno de los dormitorios en la buhardilla, una cortina hecha de una sábana antigua separa el dormitorio de su baño, todo es muy sencillo, encantador y aprovechando el espacio al milímetro.
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