En el Gard, una antigua granja medieval ha sido enteramente renovado como hospedaje. Rodeada de una naturaleza lujuriosa, ilustra perfectamente el estilo de la región.
Tres años de trabajo se han necesitado para conseguir una residencia actual, luminosa, acogedora y con encanto. Los muros fueron restaurados cuidadosamente para hacer aparecer las hermosas piedras de la región, las cimbras de las puertas remontadas con bloques de piedra de una cantera próxima. Grandes ventanales aportan luminosidad y vistas sobre el magnífico bosque.
Los muros de la cocina, sus vigas, su pavimento de piedra y el mobiliario le confieren autenticidad, los electrodomésticos se han ocultado detrás de la barra de bar revestida de madera.
La antigua granja transformada en salón, disfruta de un panorama excepcional sobre el bosque de de robles, pinos y castaños. La decoración voluntariamente depurada, privilegia el mobiliario de madera y los objetos comprados en viajes, consiguen una atmósfera étnica muy relajante.
En el dormitorio las influencias asiáticas se combinan con elementos tradicionales. En el baño, cerrado por puertas indias, una enorme bañera de granito armoniza maravillosamente con el muro de piedra de la región.