mobiliario español, Barroco,el pardalot, ofelia aparici

Uno de los rasgos del estilo Barroco es la asimetría en la decoración, sobre todo en su última época, asimetría que en un principio repugna al arte ebanístico español, pero que una vez admitido llega a grandes excesos, aunque siempre dentro de una composición equilibrada. Otro de los muebles típicos españoles es el bargueño que desde el Renacimiento, sigue su lenta evolución, tendencias abarrocadas: Coronaciones con galerías, frontones curvos o partidos, columnas salomónicas y cuerpos arquitectónicos retranqueados, los frentes de estas cajonerías son de muchas formas: Cuarterones con molduras rizadas encuadrando fondos de carey o marquetería; molturaciones de palosanto ébano; fondos de cristal pintados, llamados «Eglomise»; en general se aprecia la enorme influencia de Italia, Francia y Flandes.

Estos muebles ya no son el bargueño de tapa abatible, ahora toman el nombre de papeleras o arquimesas, van sobre unos píes en forma de bolas con garras de bronce que a su vez apoyan sobre una mesa o bufetillo con patas salomónicas o de las llamadas de lira. El modelo, con infinitas variaciones de composición, llega a tener carácter nacional. Los modelos de bufetillos tienen patas salomónicas con grandes motivos decorativos en el frente (Como el de la foto superior) de ejecución bastante basta, muy tallada, pintados y a veces dorados, con una indiscutible influencia italiana.

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Del armario último mueble derivado del arca, desde los modelos más ingenuos del Renacimiento, como los formados por la superposición de un tercer cuerpo sobre el bargueño, a los compuestos por puertas de cuarterones talladas, polígonos estrellados mudéjares o puertas talladas y policromías.

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Pero el mueble más característico del Barroco y que responde a las necesidades de una vida más aburguesada y más racional, es la cómoda. Aunque en España tiene antecedentes en las cajonería de las iglesias, este mueble tiene un claro antecedente francés. El mueble tiene una forma prismática de armario bajo, subdividido en grandes cajones que ocupan todo el frontal. Anota peculiar de la cómoda francesa, conforme avanza el siglo, es la convenida de sus caras, que se acusa en la silueta exterior de la tapa, casi siempre curva, no solo en el frente si no lateralmente. Esta composición absolutamente rococó se completa con las asas, bocallaves y otras aplicaciones de bronce en los ángulos, chaflanes y patas.

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Cuna pintada y dorada con laterales abalaustrados y cabecero con talla Barroca. Casa Trinxeira, Olor (Gerona).

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La interpretación española de la cómoda es más sencilla, siempre corresponde a los mismos rasgos peculiares de todo el mueble español; austeridad, sencillez y falta de calidad en la mano de obra. La ornamentación se reduce a fileteado de taracea y a los bronces superpuestos en la panza de la superficie del frontal, donde quedan disimulados los cajones, todos sus elementos es decir, las patas, frentes, cajones, bronces, etc; forman un conjunto y logran una continuidad en la composición, como en las francesas. En pocas ocasiones el frente va marquesado totalmente, siguiendo modelos franceses y holandeses y es en Levante y Andalucía donde podemos encontrar algún ejemplar. Variación de estas cómodas y como consecuencia de la adaptación a las nuevas necesidades, es el escritorio de tapa inclinada «El cantero catalán», muchas veces marqueteado y donde la semejanza con los holandeses, de bella marquetería floral, es evidente. Cómo el de la foto superior.

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Otro mueble del Barroco, es la cama. Es ahora, a finales del siglo XVIII, cuando la alcoba o dormitorio (Sobre todo en los palacios) tiene una mayor importancia, como la cama de Parade o de gala. En Levante se conserva un arquetipo de cama con un cabecero macizo, de silueta movida, curvilínea, tallada y pintada y dorada de temática religiosa, desarrollado en el centro. Hay que te nerd en cuenta que se nacía y se fallecía, probablemente en la misma cama, en consecuencia los temas religiosos estaban siempre presentes en la decoración de las camas. El peinero se reduce a unos remates en los extremos con la forma de la pata cabriolé invertida.

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Estas camas tienen un gran dosel o baldaquino y amplias colgaduras, rematadas congracies penachos o pináculos, su antecedente son las renacentista y góticas, que aislaban la cama del resto de la habitación. Hay un grupo de camas con baldaquino sobre cuatro altas columnas torneadas o salomónicas, con una composición en los cabeceras de arquería y frisos arquitectónicos en madera de nogal, caoba y palosanto. En la región salmantina y gallega se repite mucho este tipo muy influido por las camas portuguesas llamadas de «Bilros».Con cuatro columnas de los extremos torneadas, con elementos lenticulares muy exagerados y que llevan aplicaciones en bronce en placas caladas sobre las alquerías del cabecero. Como el ejemplo superior.

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De cabecero macizo con silueta curva y quebrada de la comarca de «Olot», llamadas camas olotinas, también pintadas y doradas, en estas camas muchas veces el cabecero es independiente y va colgado a la pared.

El mueble Barroco está en trance de desaparecer. Sin duda por razones de herencia, por la mala conservación de los ejemplares o por la posible venta a anticuarios. En este último cuarto del siglo XVIII se notan ciertas innovaciones en el mueble, que un un breve periodo serán radicales. Esta transición se percibe en todas las artes decorativas, como una reacción natural contra el frenesí y la orgía del Rococó. Las dinámicas y opulentas curvas del Barroco se frenan se suavizan y en pocos años se transforman en líneas, que sin perder su gracia y elegancia, no son absolutamente rígidas; en estos últimos años del siglo XVIII y de Carlos III,, va naciendo un nuevo estilo que ha de desarrollarse plenamente en el reinado de Carlos IV.

 

El Mueble Español, L. Feduchi. Ediciones Polígrafo S.A.

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