mueble español, el pardalot, ofelia aparici

Se inicia el llamado estilo Gótico en Francia y en la Europa Germánica, durante el siglo XII; se propaga y alcanza su apogeo en el siglo XIII con máximo esplendor en el centro de Francia y llega la decadencia del estilo con un barroquismo que denominamos Flamígero a finales del siglo XIV, años decisivos en la historia de Europa, en la que aparece el Renacimiento y se propaga por toda Italia. Aquí nos interesa recalcar las características decorativas de la arquitectura que tienen una constante influencia y relación con el mueble. Desde un punto elemental y popular el rasgo más singular del estilo, estaría determinado por el empleo del arco ojivas o apuntado. En cuanto al mueble continúan las estructuras macizas y prismáticas del románico, la diferencia es por la ornamentación, es decir por la obra de entalladores y escultores. El ejemplo: Armario relicario, procedente del Monasterio de Piedra regalado por el abad Ponce de León en 1390.

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En los últimos muebles góticos se yuxtapone los elementos ornamentales con temas de la antigüedad clásica. Son los síntomas de una verdadera revolución que en las artes denominaremos con el nombre de Renacimiento. La casa evoluciona en las ciudades conquistadas a los árabes, sin olvidar los antecedentes romanos y se desarrolla un programa de necesidades más amplio. El mueble, que al principio es macizo, más tarde se elaborará con maderas de calidad inferior, que irán cubiertas y reengruesadas por otras más ricas y decorativas, con las que se ocultan tableros y armazón del mueble. Se crean una serie de prototipos que constituyen el llamado «Mueble de estilo español»desarrollado plenamente en el Renacimiento. Los primeros ejemplos renacentistas de mueble de asiento, repiten los sillones de cadera, de los últimos años del Gótico, derivados del sillón italiano llamado a la «Dantesca». Son plegables con el asiento y el respaldo de terciopelo o cuero al aire (69) fijo a la manera con clavos de bronce. El sillón más representativo español, es el llamado «Frailero», conocido en América como el nombre de «Misión» o «Misional». Aunque su origen es italiano, los modelos españoles tienen tal personalidad en todos los detalles que puede darse como un arquetipo del mueble español. El frailero se ha perpetuado hasta el siglo XVIII, (Yo tengo dos). La estructura siempre es de nogal, rígida y vertical. La pata se prolonga sobre el asiento y sirve de mensual a los brazos, tanto el asiento como el respaldo son flexibles en tela o cuero. La parte más decorada del frailero, es la chambrana, pieza de nogal de 10 a 12 centímetros de anchura que une las patas delanteras debajo del asiento, decoraciones variadísimas de motivos geométricos. El frailero como todo mueble de esta época, se hace desmontable, más bien plegable para el más fácil traslado.

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En el siglo XVI se siguen utilizando las mesas de caballete. Es decir, tableros que se apoyan en borriquetes. Pero es cierto, que ya el uso de la mesa se extiende y no solo para comer sino como mesa de trabajo, los modelos se multiplican dentro de unos prototipos que siguen normas parecidas, se pueden reducir a cuatro: Las de refectorio, las de amplio faldón con cajonería, las de patas inclinadas con fiadores y las vestidas. El ejemplo: Mesa de nogal de tipo refectorio con fiadores de horquilla en hierro con patas en forma de lira, estas de influencia italiana.

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Interior con mesa vestida, variación de mesa de origen romano, cubiertas con terciopelo de seda. Esta es una reconstrucción del ambiente de la época en la casa de Lope de Vega.

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Braguero con taracea de hueso, al estilo italiano, armario superior de tipo popular de una puerta de talla plana entre dos montantes estriados, bisagras de hierro de decoración gótica. Armario bajo o taquillón de madera de pino, con el frente de puertas y cajones subdivididos en cuarterones de influencia mudéjar.

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El bargueño o vargueño, es un mueble de dos cuerpos, coetáneos a nuestro bargueño, es el cabinet francés, el stipo italiano y al drawer inglés. El cuerpo superior es una especie de cofre prismático con asas laterales y en el frente una tapa abatible, esta tapa va decorada con chapas de acero recortadas y caladas sobre un fondo de terciopelo rojo. Una chapa en el eje central y en la parte superior es la parte más importante y sirve de cerradura, con una o más aldabas. La tapa que siempre es de nogal macizo, tienen un gran valor decorativo, destacando los brillos del hierro bruñido y el rojo carmesí del terciopelo, sobre el cálido tono del nogal.

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La parte interior, una vez abatida la tapa, ofrece una brillante composición de calorcitos, gavetas y puertecillas. Todo el frente va tallado, policroma y dorado; las puertecitas simulan portadas que van ornamentadas con columnistas corolíticas o abalaustradas coronadas con frontones, casi todas con talla a bisel y las columnistas de hueso. Otros interiores de barreños tienen tallados los frentes con tallas de guerreros, grotescos, guirnaldas, grifos y animales monstruosos con ciertas partes doradas. En estas tallas se inspiraron sin duda, los mueblistas del sigloXX, como una fuente de imitación, que pronto degeneró en un mueble barato de madera pintada con nogalina, que inundó los mercados españoles del primer cuarto de siglo. El llamado por los anticuarios «Estilo Remordimiento».

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Podemos decir que la cama no empieza a tener una importancia real hasta muy avanzado el siglo XVII, en el Renacimiento son importantes en los palacios, que van completamente vestidas con piezas de brocados y bordados, que cuelgan desde el techo o desde un alto dosel. La cama más ebanística, es la de cuatro patas en forma de columna salomónica, se aprecia la riqueza de estas en grabados de la época, en las cornisas del baldaquino y el basamento de los colchones, siempre con una gran influencia italiana.

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Taquilla con grandes herrajes calados en cajonería. Píe de época posterior. Palacio de Monterrey Salamanca. En pleno Renacimiento nacieron nuevos modelos, de acuerdo con las necesidades de las viviendas, que son más amplias y con una distribución más lógica, no podían faltar muebles para el comedor, en que además de la mesa principal, eran necesarias otras mesas o cajonerías auxiliares para el servicio de comidas, hay un grupo de muebles equivalente a las creencias italianas, como un antecedente de la cómoda francesa.

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Reconstrucción de la cama de Isabel Clara Eugenia en las habitaciones de Felipe II. Monasterio del Escorial. Hemos de pensar que en los interiores de los siglos XVI y XVII, que hoy contemplamos, la colocación del mobiliario nunca fue la primitiva y que responde a criterios actuales. Con el siglo XVII finaliza el llamado «Mueble español». Mueble que se ha examinado con sus rasgos más originales, siempre dentro de su severidad y rigor; podemos percibir como de ellos emana un sello de tristeza y conserva unos invariables moriscos dentro de una constante de serenidad y gran dignidad. Al doblar el siglo XVII, en el ambiente se advierte una reacción contra esta rigidez ornamental, impulsada por nuestra relación con Francia e Italia, que afecta no solo a la arquitectura interior y por tanto al mobiliario, si no que tiene su expresión en todas las artes y su desarrollo final no es otro que el arte que convencionalmente conocemos como el Barroco.

 

El mueble español, Luis Feduchi. Ediciones Polígrafo, S.A.

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