Auténticos, utensilios para arar el campo, cuando se hacía el trabajo a mano, ha llovido un poco desde entonces, simples en su ejecución, sin problema y sin deterioro han superado el paso de los años, manifestando para lo que habían servido, duro trabajo el de aquellos labradores. Piezas que podrían decorar perfectamente, las paredes de un comedor de exterior en una casa de campo.
Y esto lo llevaba el caballo, que tiraba del arado, en fin, otra época y su testimonio. Hoy en día para una decoración rústica, yo siempre lo pondría en una zona en el exterior.
Colección de patos de muestra, estos son de imitación. Tengo unos cuantos auténticos, se ponían entre los juncos de los arroyos, como reclamo a los verdaderos.
Cajas de madera de fruterías, las he visto por todos los mercadillos. Con un poco de imaginación se pueden fabricar desde librerías, hasta mesas de centro con ruedas.
Y estas inmensas ruedas, la pieza ideal para una mesa de jardín, pintadas y con patas de hierro, se pude conseguir un resultado impactante y funcional.
Mejor escultura para el campo imposible, son piezas con personalidad con historia.
Verjas y cabras, divertida panorámica.
La butaca de caña me remite a los «60», la pareja de butacas de tijera son un clásico intemporal.
Rústicas, auténticas, y más españolas imposible, me remiten al Sur de España, esa alta pala, esa pata torneada, con la chambrana perimetral, y su asiento de enea que por cierto está en bastante buen estado, absolutamente sorprendente que haya 34 sillas.
Increíbles.
Buen armario, en madera de pino macizo, podría servir como alacena en una cocina o comedor, me encantan los herrajes. Lo pongo en el tiempo de ppss. siglo XX.
Importante puerta, perteneció a un secretario de hacienda.
Vaya sorpresita! Todavía en España te encuentras en lo que en mi opinión es un trozo de retablo, estuco sobre tabla, representación de San Mateo, con todas las connotaciones del Renacimiento, el paisaje al fondo y el suelo en damero, adelantos para proporcionar la perspectiva, técnica italiana, que se introdujo en Levante debido al gran comercio que existía entre estas dos zonas. El fondo dorado que enmarca al Santo, en oro fino, demuestra la riqueza de la obra y su fin, era resaltar la santidad de San Mateo. Se puede apreciar, que las proporciones del Santo, no son acertadas, está representado como contrahecho, estos pintores, sobre todo en España, ejecutaban y habían asimilado con habilidad la representación de fondos, más que el personaje en sí, donde la reminiscencia del estilo gótico más arcaico queda patente.
Cenefa de azulejos del siglo XIX, con su impecable lacio, por supuesto pintados a mano.
Salsera en cerámica de Alcora del siglo XVIII, importante manufactura de la zona. El centro de mesa o popurrí,(Servía para meter flores), con una representación dieciochesca, unos puttis o angelitos regordetes, sujetan el recipiente. No puedo saber su procedencia, si alguien está interesado, estudio la marca, en mi opinión con esa decoración de rosas me remite a Delft.
Me encanta la sopera en cerámica, con escenas de campo para un centro de mesa.
Me encantan estas piezas como auténticos testimonios escultóricos del pasado.
Por Ofelia Aparici.