Conocer la historia de la costa levantina, es una extensa tarea, empezando por la gran cantidad de pinturas rupestres, está repleta de manifestaciones artísticas, vestigios del pasado se encuentran por cualquier rincón de la costa Mediterránea.
El poblado Ibérico del Puig de la Nau, está al norte del término municipal de Benicarló, se encuentra en un estado de conservación excelente, formando calles estrechas que se acomodan a la morfología irregular del terreno.
Es un asentamiento que se data, en la segunda mitad del siglo V a de C. Es un poblado de tipo oppidum, lugar elevado y fortificado, basaba su economía en los productos agrarios, como el trigo y la cebada, y en el ganado como el cerdo y oveja.
Los íberos mantenían una amplia red comercial, con griegos, fenicios, cartagineses, de los cartagineses obtenían salazones y el esparto, de los griegos la cerámica ática, y con los fenicios intercambiaban ánforas con vino, aceite, telas, pero sobre todo, el intercambio de ideas sociales, económicas y técnicas constructivas, es la base del desarrollo de las culturas.
Indumentaria de los íberos, donde se percibe, que era un pueblo sofisticado.
El periodo ibérico de máximo esplendor, fue en el siglo V y IV a de C. Luego poco a poco perdió su personalidad, para integrarse en el enorme mosaico que Roma construyó con todos los pueblos del mediterráneo.
Urnas funerarias
La necrópolis, se encuentra al pie de la montaña del Puig, se han identificado diecisiete enterramientos, urnas funerarias y el ajuar correspondiente.
El ritual funerario ibérico, se basaba en la cremación del difunto, aunque los niños pequeños se podían inhumar dentro de la urbe. Las cenizas de los adultos se depositaban en una urna y se enterraban con el ajuar que denotaba el estatus social del difunto, las tumbas se cubrían con piedras.
Se pueden admirar los objetos pertenecientes a su uso doméstico. La cerámica es el material que más se ha encontrado, la local la más abundante y la importada a los griegos, esta última de lujo, como es el caso de la copa del pintor Penthesislea, estas cerámicas eran las de mayor prestigio e indicaban la posición del propietario.
Existía la cerámica a mano, de uso diario, y la cerámica a torno, revolucionario sistema de alfarería, que es la primera que se ha encontrado por la zona, apareciendo en la primera mitad del siglo VI a.C. Una gran variedad de tipologías, vajillas, y para el transporte y almacenaje.
Fusayolas de cerámica, que son los contrapesos de los fusos, y las piezas del telar, llamadas ponderas o pondus.